mayo 20, 2011

Un manifiesto personal en contra de la violencia...

Como seres biológicos, la raza humana ha requerido de la violencia en sus tiempos primitivos para asegurar su supervivencia; la caza de animales en definitiva es un acto violento.

Conforme la sociedad avanzó, y se generaron choques entre diversas culturas y clases sociales, el uso de la violencia, y su magnificación hasta las "guerras totales", la búsqueda contínua de medios para mayor destrucción y coerción del enemigo, se han hecho la formas de resolución última de conflictos; las maneras en los que muchos 'establishments' políticos lograron su consolidación.

La violencia, es un ejercicio y definición, casi en sí misma, del poder; del poder de ser violento (aka, tener el valor para serlo), de tener fuerza física o acceso a armamento de cualquier índole.

El más fuerte, el más poderoso, es el que se queda con el puesto político, es el que impone su ley, es quien domina. Esto es una paráfrasis de 'la supervivencia del más fuerte' en su máxima expresión, es decir, un principio del evolucionismo expresado en la historia política de la humanidad. Una evidencia de la natueraleza animal en el ser humano.

Y en consecuencia, algunos grupos políticos, y cárteles de droga, no son en nada diferentes a una manada de leones, de chimpancés, de cabras, etc; donde el más fuerte, el "macho alfa", tiene el control del grupo, es el líder, y a quien todos deben someterse. (No es de extrañar que en el caso humano los líderes o poderosos de algunos grupos sean machistas en toda la extensión de la palabra).

Sin embargo, el caso de la humanidad, como ser biológico es un tanto distinto, o pretende serlo. Muchas nociones de progreso, de alguna manera, están ligadas al distanciamiento nuestro de la naturaleza animal. El orden moral y ético establece limitaciones y normatividades que incluso tratan de trascender ciertas necesidades biológicas, como por ejemplo, en el control de la sexualidad en términos sociales, éticos y religiosos; y es claro, para muchos, que si la sociedad no estuviera regida por normas, normas consensuadas y provenientes de una idea de bien común, no sería posible la convivencia, y la falta de bienestar psicológico del grupo humano predominaría.

Hemos estado evolucionando a lo largo de estos años como especie en una dirección muy peculiar, una donde nuestra supervivencia paulatinamente deja de depender en la violencia. El lenguaje, y de forma más elaborada, la capacidad de establecer acuerdos y realizar negociaciones es un recurso que nos ha permitido dejar a un lado los extremismos violentos. El lenguaje es el medio por el cual la sociedad se configura, y la 'cognición' de cada individuo hace dialéctica con su grupo social. El lenguaje mismo es el medio de reproducción y creación de las normas que procuran el bien común.

Un discurso autoritario es una forma primigenia de "lenguaje progresista", como se define anteriormente. No es un diálogo, no es fuente de acuerdos; es unilateralmente una imposición a través de una fuerza muy especial, la retórica, o a través de la amenaza o la coerción. Pero al menos, si bien no es suficiente, es mejor que la violencia.

La violencia llega cuando todos los recursos cognitivos y sociales, en los cuales el hombre ha trabajado por crear a lo largo de su evolución como ser social, fallan por completo. La violencia hoy no es una expresión de "altura", ni de progreso, es una expresión de absoluto retroceso, a una época en donde el hombre no tenía capacidad lingüística, racional ni social. Es volver a ser mono, y asemejarse más al animal.

Es dejar el diálogo, la racionalidad, el progresismo, las ideas elevadas, y los sueños de bienestar, por la irracionalidad, la impulsividad, y los sentimientos más vicerales, sino más animales.